El pretzel es probablemente el bollo alemán más internacional.

Siempre sale en la foto al lado de una gran cerveza en el Oktoberfest. Su original forma de lazo y su peculiar sabor han hecho que se extienda por todo el mundo. En algunos lugares como Estados Unidos casi lo han adoptado como propio.

Hay variedades saladas y dulces; en forma de lazo, de bollito, de triángulo…

Vamos a ver curiosidades y a resolver algunas dudas sobre este exquisito bollo.

El ingrediente secreto

Sus ingredientes principales son harina, agua, sal, levadura y mantequilla, pero a esta masa se le suma un ingrediente difícil de imaginar.

Y es que el ingrediente secreto es la sosa cáustica. Sí, has leído bien. Antes de hornear las piezas, se sumergen durante unos segundos en una solución de agua y un porcentaje muy bajo de sosa cáustica.

Gracias a este proceso, estos bollos tienen esa corteza tan brillante y crujiente.

Hay diferentes leyendas acerca de cómo se descubrió el efecto de la sosa cáustica en la masa. La más famosa es la que cuenta que en un horno panadero se cayó parte de la masa que estaban haciendo en un cubo de la limpieza que tenía sosa.

¿Bretzel o pretzel? ¿Brezel o prezel?

Suelen preguntarnos a menudo cuál es la palabra correcta para referirse a él.

El término proviene de la palabra alemana brezel, que hace referencia a dos brazos entrelazados.

Nos podemos referir a él a cualquiera de estas variantes, que son diferentes palabras que se utilizan dependiendo de la zona geográfica en la que nos encontremos.

Puede ser de pan blando (los que te ofrecemos en Fricopan) o de galleta (como pequeño snack). Esto no hace que se le denomine de manera diferente dependiendo de si es uno u otro.

En Estados Unidos, país que ha adoptado como propio y versionado este alimento, se refieren a él como pretzel.

En español no se ha aceptado ninguno de estos términos, por lo que se recomienda la expresión «lazo salado».

Historias y leyendas

Existen leyendas para todos los gustos sobre su origen y sobre la razón de su característica forma.

La más popular cuenta que tiene un origen cristiano. Dice que su forma representaba los brazos de un niño rezando. Y que en el siglo VII los monjes daban a los niños un bretzel cuando hacían sus tareas o terminaban sus oraciones.

Otra leyenda se remonta a una fiesta celta que se celebraba al comienzo de la primavera. La forma del bollo no tendría nada que ver con unos bracitos. En este caso, haría referencia a los cuernos de Aries, porque en esa época del año, teóricamente, el sol pasa por la constelación de Aries.

También se cuenta que su forma se debe a que era perfecta para que los monjes que los elaboraban pudieran manejar grandes cantidades colgándolos de un palo de hornear.

Volviendo a la simbología religiosa, era un alimento ineludible durante el tiempo de Cuaresma si los elaboraban sin materia animal (como huevos o leche). El nudo simbolizaría dos manos entrelazadas rezando. Los tres espacios que se forman, harían referencia a la Santísima Trinidad.

¿Cuál es su representación más antigua?

Pasaron siglos desde su creación hasta que quedara constancia gráfica de su existencia. La primera imagen que se registra data del siglo XII. Aparece dibujado en una miniatura en el códice conocido como El jardín de las delicias.

La imagen representa un banquete real y sabemos del valor que se le otorgaba porque aparece sobre la mesa, justo delante del rey.

No siempre tiene forma de lazo

El tipo más conocido es el que tiene forma de lazo, pero hay diferentes tipos de bretzel.

Puedes probarlos como panecillo laugen. Su forma redondeada con dos cortes perpendiculares en la parte superior está presente en las mesas de desayuno del sur de Alemania.

Si quieres convertirlo en un bocadillo, tienes varias opciones. Puedes utilizar el laugenecke, que tiene forma de triángulo o el laugenstange, una pequeña barrita espolvoreada con sal.

La laugenkrantz es una corona formada por seis panecillos fácilmente separables. Es perfecta para compartir y para dar un toque original a este sabor tan alemán.

¿Solo se come en el Oktoberfest?

Una de las cualidades que hace que sea tan especial es su versatilidad.

Es verdad que en el Oktoberfest es uno de los tres alimentos indispensables, junto con la cerveza y las salchichas alemanas, pero no es la única ocasión en la que se consume.

Es un bollo del que se puede disfrutar también en desayunos y meriendas del día a día.

Incluso por la calle. Si visitas ciudades como Berlín, verás que es la street food más extendida.

Siempre hay una buena ocasión para dar un mordisco a este delicioso lazo salado.

Un tradición de Año Nuevo

¿Alguna vez te has preguntado qué hacen en otros países en vez de comer 12 uvas? ¿Se puede sobrevivir a una Navidad sin roscón?

Los alemanes tienen su Gran Pretzel de Año Nuevo. Lo comen cuando dan las doce de la noche del 31 de diciembre. La tradición dice que da buena suerte. Se elabora haciendo una trenza con tres hebras de masa para convertirlo finalmente en un gran pretzel.

Entre las hebras que forman la trenza, esconden monedas. El que encuentre una moneda verá cumplido su deseo de Año Nuevo.

¿Se puede empezar con mejor pie?

Extra: ¿Sabías que existe el síndrome de Pretzel?

Incluimos esta curiosidad aunque no tiene nada que ver con la gastronomía.

El lazo salado está tan tan rico que da nombre a este síndrome. Describe el comportamiento de una persona que quiere complacer a todo el mundo. La persona se dobla para adaptarse a su entorno o la persona con la que trata en ese momento.

El bretzel o pretzel es fundamental en la gastronomía alemana y se ha extendido por todo el mundo. Como ves, no solo su sabor y su textura son especiales, también lo son todas las curiosidades que hay a su alrededor. ¿Conoces alguna más?